Escupiendo la sopa

Friday, December 22, 2006

Cifrado


¿Descifrar el alma? O qué, ¿hablarme conmigo? Leer, creer pensar, escribir. Un tiempo sórdido, escéptico, irreconciliable. Pensar. No hay alma pensando. No cifrado del alma. Deixis. Pozo ciego. Lodo. Hueco innombrable, intangible. Recuerdo. Vida futura, siempre. Recuerdo presente. Vida en pasado. Un centro inhóspito fuera del tiempo. De su sustancia. Escuchar el silencio que lo abriga. Vida en futuro. Siempre. Hasta el último instante sin recuerdo. Imaginar el último suspiro. Que nunca podré recordar. Y el silencio imaginar. Sin silencio, sin siquiera silencio. Nada. Vida en futuro. Siempre. O qué, ¿hablarme conmigo? ¿Descifrar el alma?

Monday, December 18, 2006

Invitación

Algunos cuentos

www.nuevaliteratura.com.ar/patriciosuarez23.htm

Sunday, December 10, 2006

Descanso


Cerrás los ojos. Respirás profundo. Ves el mar, una playa. Palmeras moviéndose con el viento. Se desvanece todo con la imagen de tu cuarto. Cerrás los ojos nuevamente. Ves el mar, pero es otro mar. Una playa que es otra playa. También otras palmeras. Abrís los ojos y el cuarto es el mismo. Cerrás de nuevo. Estás exhausto, caminaste mucho hoy. Es tal el cansancio que por momentos dejás de sentir las piernas o perdés la noción de si estás parado, acostado o sentado. Lo que te queda es sólo esa oscuridad detrás de los ojos y esa voz. Mientras no los abras permanecerás sumido ahí. O en una playa, con palmeras, pero oís el ruido de la cortina moviéndose por el viento y el mar vuelve a diluirse. Abrís los ojos, el techo de madera en declive. Tu pieza era un quincho. Ahora es tu pieza. Volvés a cerrar. Estás acostado. En tu cama. La luz está prendida, pero el interruptor está a lado de la puerta, a unos tres metros y medio. Tenés que pararte. Cerrás lo ojos. Respirás profundo. Ves fuego, como dijo la madre de Sebastián, para relajarse, imaginar fuego, montañas o el mar. Es un fuego alto, de fogón. En la base tiene gruesas leñas ardiendo y todo alrededor un leve cúmulo de cenizas. Más arriba del fuego se dibujan chispas. Desaparece el fuego, aparece el techo. Luego la luz. Tenés que levantarte a apagarla. Lo hacés. Volvés a la misma posición de antes, aunque no es la misma. Cerrás los ojos. En la oscuridad el silencio es más fuerte porque derrite las cosas. Y empezás a dejar de sentir el cuerpo. Sólo queda lo negro entre los ojos, detrás de los ojos. Y la suave caída en una negrura cada vez más espesa y pegajosa. Es como si tuvieses un pie en el sueño y el otro en la vigilia. Mitad y mitad. Creés que es lo más cercano a la muerte que podés experimentar. Sentir que dejás de sentir. Y dejar de ser cuerpo. Ya no hay peso. Descanso.