Las derrotas ejecutan su propio canto,
Arte mayor de silencios
que se inscriben bruscamente
en la fuga disonante de lo vivo.
La derrota es ese elipse de sombra
con la capacidad magnética de adherirse
a la piel de aquello que no es sombra,
para darle un contorno estable y definitivo.
A eso llamo “yo” un sujeto,
un fragmento vivo del universo
delimitado por sus derrotas.
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