Chatear no es charlar
El chat hace aún más limitada de lo que es la comunicación. Elimina la voz, la gesticulación, la mirada, el énfasis. Cocifica la conversación.
Cuántas veces chateando hemos dicho, “esto no da para hablarlo por acá”. Emerge otro error además, la confusión entre decir y escribir.
Al mismo tiempo que el chat acerca a las personas, a la vez que puedo hablar con mi amigo que vive en las Islas Canarias, cuando no hay nadie con quien comunicarse, se engendra una soledad nueva, irreal, virtual. Un desamparo ficticio. Hay quienes se pasan horas, tardes enteras, esperando que alguien les salude, o les hable, y rompa con esa soledad virtual.
¿Ya el hombre no tenía suficiente con el desasosiego existencial?
Paralelamente, el chat entretiene, dificulta el desenvolvimiento normal de la vida cotidiana. El chico que está frente al chat deja de hacer lo propio, para comunicarse de manera virtual con otros chicos, que al igual que él, dejan de hacer lo que tienen al alcance no virtual de las manos.
¿Ya el hombre no tenía suficiente con el desasosiego existencial?
Paralelamente, el chat entretiene, dificulta el desenvolvimiento normal de la vida cotidiana. El chico que está frente al chat deja de hacer lo propio, para comunicarse de manera virtual con otros chicos, que al igual que él, dejan de hacer lo que tienen al alcance no virtual de las manos.
Ejemplo: Mi hermano toca el saxo, pero son muchas más las horas que está sentado frente a la computadora que las que dedica a ejecutar el instrumento. Por lo tanto, es más navegante que músico. Esto él no lo nota, y se cree más saxofonista que navegante de la net. Estamos frente a una sociedad de niños, que antes que nada son chateros y folotoguers, recién luego viene su vocación, por lo tanto se les aleja, se les dificulta. Se introdujo delante de ellos algo que los tiene bien distraídos, que como mínimo los limita, les impide crear, reflexionar, imaginar, y tampoco les brinda la profundidad de experiencias sólidas de conversación y amistad.
Generalmente el debate se realiza entre dos o varias personas y enriquece una idea, construye conocimiento. El chat es lo más alejado al debate, ya que el mismo pibe, al mismo tiempo, está hablando con el mejor amigo sobre el partido de anoche, con la novia sobre la cena de pasado mañana, con la amiga sobre la tarea de la escuela, con un conocido sobre el recital de la semana pasada, etc, etc, etc. Se podría arriesgar a decir, que el chat, dispersa el pensamiento, y degrada la conversación.
Cuando uno mantiene una conversación, está escuchando, o pensando una respuesta, pero dentro del marco del contenido intercomunicativo del momento. Al chatear, cuando uno retoma la conversación, al estar hasta en ese instante pensando, o hablando de otra cosa, la conversación pierde lo que la hace rica, el espacio de transferencia entre un dicho y el otro. Esa transferencia se sustrae, y sólo se dice por decir, por contestar, por chatear. Aquí el medio estandariza el contenido, y esto no es una estupidez. Podemos estar enterándonos de la muerte de un ser querido, al mismo tiempo, que por otro canal, seguimos hablando con otra persona sobre el último compacto de Thom Yorke.
Sin ser extremistas o exagerados, como nos hemos acostumbrado a chequear en la televisión la temperatura en lugar de asomarnos por la ventana, no es loco pensar que pueda ocasionare una futura mutilación, o deterioro de la inercia natural humana; sabido es que cualquier chico, antes de llamar, se fije en Internet para ver si están sus amigos.
Hasta aquí, algunos ejemplos de cómo el chat es mucho más dañino que benéfico. Uno está y no está con el otro. Un adelanto más de la tecnología en comunicación que se convierte en una traba para la vida del hombre.
Generalmente el debate se realiza entre dos o varias personas y enriquece una idea, construye conocimiento. El chat es lo más alejado al debate, ya que el mismo pibe, al mismo tiempo, está hablando con el mejor amigo sobre el partido de anoche, con la novia sobre la cena de pasado mañana, con la amiga sobre la tarea de la escuela, con un conocido sobre el recital de la semana pasada, etc, etc, etc. Se podría arriesgar a decir, que el chat, dispersa el pensamiento, y degrada la conversación.
Cuando uno mantiene una conversación, está escuchando, o pensando una respuesta, pero dentro del marco del contenido intercomunicativo del momento. Al chatear, cuando uno retoma la conversación, al estar hasta en ese instante pensando, o hablando de otra cosa, la conversación pierde lo que la hace rica, el espacio de transferencia entre un dicho y el otro. Esa transferencia se sustrae, y sólo se dice por decir, por contestar, por chatear. Aquí el medio estandariza el contenido, y esto no es una estupidez. Podemos estar enterándonos de la muerte de un ser querido, al mismo tiempo, que por otro canal, seguimos hablando con otra persona sobre el último compacto de Thom Yorke.
Sin ser extremistas o exagerados, como nos hemos acostumbrado a chequear en la televisión la temperatura en lugar de asomarnos por la ventana, no es loco pensar que pueda ocasionare una futura mutilación, o deterioro de la inercia natural humana; sabido es que cualquier chico, antes de llamar, se fije en Internet para ver si están sus amigos.
Hasta aquí, algunos ejemplos de cómo el chat es mucho más dañino que benéfico. Uno está y no está con el otro. Un adelanto más de la tecnología en comunicación que se convierte en una traba para la vida del hombre.
No es lo mismo leer en un cuarto silencioso, y a solas, que parado en un colectivo lleno. Se puede obviamente conseguir un grado de atención y concentración suficiente para llevar a cabo esta empresa, pero no todos lo logran. Lo mismo está sucediendo con la vida: no es tan fácil poner atención a una cosa determinada cuando hay alrededor mil cosas más funcionando, titilando con la publicidad “al alce de tu mano”.
Paul Virilio habla de la contaminación espacio-temporal. Dentro de ella, la conversación sufre sus consecuencias. Históricamente, como mínimo para gestarse, había necesitado de dos voces; hoy, sólo palabras sin identidad.
1 Comments:
me pareció muy buena la idea de que la constante realidad virtual (o sea potencial) de multiconexión instaura un nuevo tipo de soledad.
Es muy gracioso cuando en un chat alguien le pone al otro "che, escuchame..."
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