Escupiendo la sopa

Monday, August 14, 2006

Tres párrafos sobre el azar


El que niega el azar es un necio. El azar es el dios más grande que existe, ya que es el que ocupa todo el espacio que queda libre entre tu voluntad, la mía, y hasta la de Mondrain, Borges y Lennon.
El juego del azar es hacerse invisible inventando coincidencias, y el hombre en su ingenuidad, interpreta de este juego que las coincidencias no existen.
Así niega al azar, y entroniza el destino. Hace de un juego, una certeza, de algunos vestigios, la religión de la predestinación. Así anda con menos miedo, creyendo que todo lo que le sucede está escrito.
Tal vez sea la manera más vistosa que haya encontrado para desligarse de la responsabilidad de cargar con su vida.
Podría decirse que el carácter del azar es similar al del viento.
Hoy me di cuenta de que me había estado engañando toda mi vida, era tan ingenuo que creía haber visto al viento. Una estupidez, el viento es invisible.
Necesita la hoja de un árbol, o despeinar alguna cabellera para decir presente; para hacerse ver le es elemental enfrentarse a algo, modificar.
Las hojas del azar vendrían a ser los acontecimientos impensados, y también, por qué no, la conclusión de muchos sucesos deseados. Ahí se hace ver, allí opera, allí es donde modifica, como el viento moldea el dibujo de las hojas secas sobre la vereda.


Patricio D. Suárez

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