El drama de la planchita
Hoy escuchaba a una mujer hablando por celular, y estaba preocupadísima por un supuesto viaje, más que nada por los detalles. Insípidos, como que no sabía si le entraba la planchita del pelo en el bolso, o una duda sobre llevar un vestido u otro, etc. Lo primero que el prejuicio me motivó a pensar fue: ¡Qué problemones tiene esta mujer! Pero eludiendo el prejuicio, al fin y al cabo esas preocupaciones que para mí son superfluas, a esa mujer le producían el mismo malestar psicológico que a mí me generan otras preocupaciones que yo creo más importantes, tan sólo porque son mías. Además, si uno lleva una vida extremadamente superficial, obviamente las preocupaciones rara vez sobrepasen el terreno de las superficialidades.
La idea es que a esa mujer, el no poder meter en su valija su plancha para el pelo tal vez la angustie tanto como a otra gente le abruma no encontrarle sentido a su vida.
Puede ser también, que al no tener esa mina (por las muestras que dio en el instante en que intercepté su conversación) la capacidad intelectual o sensible como para buscarle sentido a su existencia, toda esa angustia que no siente por incapacidad subjetiva (estoy siendo demasiado absoluto en esta indagación), la canalice en el drama de no poder llevar su planchita de pelo para el viaje.
La idea es que a esa mujer, el no poder meter en su valija su plancha para el pelo tal vez la angustie tanto como a otra gente le abruma no encontrarle sentido a su vida.
Puede ser también, que al no tener esa mina (por las muestras que dio en el instante en que intercepté su conversación) la capacidad intelectual o sensible como para buscarle sentido a su existencia, toda esa angustia que no siente por incapacidad subjetiva (estoy siendo demasiado absoluto en esta indagación), la canalice en el drama de no poder llevar su planchita de pelo para el viaje.
1 Comments:
Hay cierta estética en juego, me parece. No de la mina y su cabello, sino de las tensiones a las que se puede acceder según las distintas formas de plantear nuestra vida, nuestra distribución de valores. Claro que ella se angustia, y que no se puede saber fácilmente si es más o menos aguda o más o menos existencial esa angustia (o los sentimientos que fueren), pero ¡qué aburrido!
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