El absurdo, trágica alegría
Cuando era chico me sorprendía la estúpida y estrepitosa risa que Cha Cha Cha me causaba. Había algo en el Absurdo que me descomponía a carcajadas, y aunque no terminaba de entender qué era, por qué me divertía tanto si en el fondo lo que miraba carecía de sentido, me reía aún más, y sacaba como conclusión que mi eufórica alegría ante el Sin Sentido, era causada obviamente por la falta de sentido que ello tenía.
Con el tiempo inevitablemente uno crece (también debido al tiempo hoy dan Cha Cha Cha por canal Volver), y son menos las alegrías y más las penurias. Con el tiempo me fui dando cuenta de que ese Absurdo que tanta gracia me causaba y aún me sigue provocando, no era la cara de la moneda, sino la seca.
La cara era el Absurdo de la Vida, ese que es triste, del que “con el tiempo” uno no puede escapar, o sea, del que no hay salida por lo menos visible. Discerní que tanta risa incompresible devenía del inmenso desamparo que iba increscendo. Era prematura y biológica aquella reacción frente a lo Absurdo y eso debo agradecérselo al gordo Casero y sus camaradas, que al fin y al cabo fueron sabios, a su manera.
Por eso también muchas veces me fascino con las historietas de Liniers, porque el Absurdo de Liniers no sólo causa risa, no es llevado al límite, sino que parte desde ese límite. Parte de la absurdidad misma, y los personajes gravitan en una atmósfera que de tan absurda roza con la sensibilidad más delicada. El Absurdo es la sustancia de la vida, por lo tanto, muchas veces luego de robarte un risa, Liniers te deja nuevamente en el desamparo, en la nada de la nada, y sobreviene lo inevitable, la angustia o la nostalgia, el suspiro del alma.
El ejercicio de Liniers es muy saludable, de los más saludables de todos. Ya que se sabe (quiero intentar ser lo menos nihilista posible) el final es la nada, la muerte, Liniers deja que el mismo Absurdo lo conduzca hacia algún lugar. No lo niega, todo lo contrario, lo utiliza como medio de transporte, pero sin engañarse, sin buscar ninguna certeza.
Comentó en alguna entrevista que parte de una hoja en blanco sin ninguna idea y traza dibujos por dibujar, y es el mismo Sin Sentido de la nada el que lo lleva a algún puerto no menos absurdo. De esta manera hace a la absurdidad visible, la muestra en movimientos claros, siempre intentado apostar a la seca más que a la cara, pero nunca con la seguridad de saber de qué lado caerá la moneda.
Así es como más de una vez se debe haber sorprendido de sus propios chistes, o deben haber salido historietas que más que chistes son una especie de oráculo existencial.
Liniers acepta el Absurdo y se entrega a él. Renuncia a luchar contra la totalidad, se une a la totalidad, y la hace visible en pequeñas historietas. Liniers también es un sabio de nuestra época.
Entonces, con la ayuda de estos dos ejemplos eminentes, creo haber podido dilucidar de dónde es que el Absurdo causa tanta risa alérgica: se trata simplemente de la contracara de nuestro peor pesar, el Sin Sentido de la Vida.
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