El otro verano

(fragmento)

Acabo de oír el mensaje en el contestador: dice que está bien, que parece que la temporada va a dejar buena guita, que me extraña, que el sol y las olas –la felicidad según ella-, la están haciendo dudar hasta de su condición de borderline. Después se escucharon los grititos de alguna amiga nueva que se debe haber hecho –es como los niños- y enseguida cortó, como si se le estuviese yendo el colectivo, o algún coche que paró para levantarlas.

Ella es la acción imprudente, y yo la teoría pudriéndose. Así las cosas, miro los 43 grados detrás de la ventana –una vez creado el aire acondicionado la ciencia está completamente justificada-, y sigo haciendo que leo, porque en realidad se mete ella en el medio, chapoteando en la orilla con su pollerita diminuta, haciendo señas con los brazos, gritando que vaya a darle un fuerte abrazo antes de que el agua la convierta en sirena.